2 DE FEBRERO DE 2025
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Argumentar es una de las formas más importantes que adopta el trabajo de profundización del pensamiento. Aun siendo provisional cualquier toma de posición, ello no deja de conllevar un compromiso: se ha de rendir cuentas de la existencia o de la veracidad de una idea dada, la fundamentación o justificación de una idea ha de hacerse con algunas garantías o pruebas, siguiendo pasos lógicos.
CRÍTICA INTERNA Vs CRÍTICA EXTERNA… ambas referidas al pensamiento articulado.
En nuestra vida cotidiana es frecuente que midamos nuestro pensamiento en el choque de posiciones. La expresión de nuestra opinión consiste a menudo en rebatir las de los otros. Por lo general no prestamos atención a la articulación de las ideas, más bien solemos reaccionar a ciertos signos que nos ponen en alerta. Pero esa falta de detenimiento no se hace solo sobre el discurso del otro, también ocurre sobre el propio. No nos detenemos a observar cómo articulamos los pensamientos, con qué claridad, con qué coherencia, con qué eficacia y con qué profundidad… o su falta.
En la práctica filosófica nos iniciamos a la diferencia entre crítica interna y crítica externa.
¿Interna a qué? Interna al propio discurso de un sujeto. El discurso es la unidad del pensamiento de alguien, una red de ideas unificadas en una perspectiva particular, y en la que se dan elecciones, de manera más o menos consciente, pero que, como discurso que es, se remite también a la razón y también con respecto a ella se construye.
La práctica filosófica tiene uno de sus centros de acción en la crítica, y la crítica se hace desde la razón. En la crítica interna observamos solo un sistema de pensamiento a la vez, y los instrumentos de observación son ciertos criterios que nos ofrece la razón, evaluamos sin ánimo de verdad absoluta y siempre abiertos a la crítica de esos instrumentos y en todo caso a la comprensión de cómo funcionan.
Para prestar atención a un discurso tenemos que observarlo en sus elementos, analizar su construcción y someter a crítica el funcionamiento. La crítica interna, según el concepto de Hegel, exige penetrar en la comprensión de una tesis particular con el fin de desvelar su coherencia interna, comprobar si se sostiene, desde la razón, en su estructura y en la coherencia de sus conceptos.
La crítica externa es aquella que nos lleva a “no estar de acuerdo” y eso se produce cuando hay un choque entre las premisas de las que cada interlocutor parte para pensar y, por tanto, para expresarse en un diálogo. Se podría hablar, en este caso, de choque (o sintonía) de paradigmas de pensamiento, o incluso de “sistemas” de pensamiento.
En la crítica externa hay dos sujetos pensantes en confrontación, en la crítica interna hay un sólo sujeto pensante confrontándose a los instrumentos de la razón.
Para una crítica interna consistente tenemos que detenernos tanto o más en la forma estructural que en el contenido. Estos serían algunos criterios:
CLARIDAD: si no conseguimos darle sentido a la expresión no es posible aprehender la idea, comprenderla (partiendo de la base de que la comprensión siempre sería un paso previo a cualquier otro, como sería la objeción).
PERTINENCIA: La idea que se ofrece ha de estar conectada con la cuestión de que se trate.
COHERENCIA: La coherencia se ha de dar a varios niveles: entre la respuesta y la pregunta (sería la pertinencia), entre el posicionamiento y el argumento (si no se da no hay propiamente apoyo argumentativo) y, finalmente, la coherencia entre los conceptos del propio argumento, si es que hay varios.
COMPLETUD: a menudo se ofrece un inicio de argumento basado en un concepto sin ofrecer claramente la razón que vincula ese concepto al problema planteado.
FORTALEZA O DEBILIDAD: Juzgamos el peso de un argumento según se acerque al corazón del problema y sea capaz de vincular a este un concepto operativo que abra vías de pensamiento.
CONCISIÓN: La concisión reposa en que los conceptos utilizados capturen lo esencial de lo que se quiere transmitir. Los rodeos o las repeticiones no aportan nada, más bien restan fuerza, al ofrecer confusión o indeterminación de ideas.
RETÓRICA: Hay elementos en el discurso que no sirven tanto para dar razones como para obtener adhesión o influir emocionalmente en el interlocutor, no aportan razones y es importante detectarlos precisamente para poder distinguirlos de lo que sí es argumentativo.
EJEMPLO:
Pregunta: ¿Somos responsables de nuestra existencia?
Respuesta: Sí, porque nuestra existencia influye en el mundo que nos rodea.
- El autor responde «sí» a la pregunta, se posiciona asumiendo la idea planteada en la pregunta.
- La respuesta es clara y concisa.
- La idea presentada como respuesta—»tener influencia en el mundo»—es pertinente, ya que está relacionada adecuadamente con la pregunta sobre la responsabilidad.
- Sin embargo, el argumento es incompleto. Aunque «tener influencia en el mundo» es pertinente para la pregunta, el autor no explica por qué esa influencia implica responsabilidad. Falta establecer una conexión explícita entre «tener influencia en el mundo» y «ser responsable”.
La crítica interna consiste pues en evaluar la claridad y la coherencia, la pertinencia, la fuerza o la debilidad de las conclusiones y de los argumentos, etc.… El valor de los argumentos nos interesa por la relación de coherencia que consiguen con la pregunta y la respuesta que deben apoyar.
En nuestro trabajo práctico filosófico, nos centramos principalmente en la crítica interna. En la indagación filosófica: el objetivo no es tanto debatir ideas como entender cómo funciona el pensamiento, el propio y el del otro, y poder hacerlo más profundo. Esto implica identificar fortalezas y debilidades en el razonamiento para ayudarnos a mejorar la calidad del proceso de pensamiento.
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Nota sobre la historia de la distinción de la crítica interna y externa:
Hegel, quien propuso esta distinción, pensaba que podemos ver la historia de la filosofía, desde el punto de la crítica externa, como una serie de desacuerdos entre posturas desligadas y contradictorias entre sí. Esto es, qué podemos ver la historia de la filosofía como que una vez afirma una filósofa cierta tesis, y una vez más tarde dice una filósofa diferente lo contrario, criticando la idea anterior y afirmando tener la razón, cada una desde su propia burbuja.
Sin embargo, propone Hegel, también podemos ver la historia de la filosofía como una serie de ideas conectadas entre sí, en donde cada surge cada una como un intento de superar las inconsistencias internas que la anterior postura tenía en su propio discurso. Esto es, en cada momento de la historia, las afirmaciones de cada filósofo se formulan como un intento por superar y comprender las contradicciones, ambigüedades y demás inconsistencias del pensamiento anterior. La manera de ver la historia de la filosofía desde el punto de vista de la crítica interna, nos ofrece un verdadero diálogo en el tiempo, no una serie de afirmaciones dispares una tras otra.
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Enero 2025, Sara Dorrego, Mercedes G. Márquez y Nadia Villegas