Aurélin Vetu. A los 27 años, después de una vida tumultuosa, ingresé a la universidad con el objetivo de convertirme en filósofo. Esta aspiración fue la fuerza impulsora que me llevó a autores para quienes la filosofía es una forma de vivir. Al sumergirme en los estoicos, los pitagóricos, los epicúreos y luego los platónicos, también me interesé por algunos modernos que valoraban esta forma de filosofar: Michel Foucault, Pierre Hadot y, por extensión, Matthew Lipman y Oscar Brenifier. Al ver que este último estaba vivo, decidí escribirle para expresarle mi admiración. Para mi sorpresa respondió, y acordamos una cita para una consulta filosófica. Este primer contacto con Oscar Brenifier fue el punto de partida de una aventura que consistió en aprender con él, participar en seminarios y formarme con una de las filósofas prácticas del Institut de Pratiques Philosophiques: Sandrine Thevenet, así como de otros filósofos del equipo formado por Oscar Brenifier. Posteriormente éste me dio su confianza (y se lo agradezco) al darme la tarea de analizar el trabajo de casi todos los filósofos del IPP. Esto me permitió observar la variedad de modos de trabajar derivados de la mayéutica brenifieriana y enriquecer mi conocimiento del método. Entonces decidí convertirme en un filósofo practicante y escribir una tesis de maestría sobre la práctica filosófica. Durante la redacción de esta, comencé a dar consultas por Internet, pero también en la calle, para recuperar esa tradición socrática. Pertrechado con dos sillas y mi pasión por la verdad, me senté en plazas públicas, mercados, calles peatonales, para invitar a los transeúntes a plantear sus preguntas existenciales.
Después de mi tesis de maestría, en 2018, un contrato de profesor de filosofía me llevó hasta Cali, en Colombia. En esa ciudad, apliqué mi experiencia organizando cafés filosóficos en lugares culturales y organizando mis clases en la universidad Univalle de manera práctica (ejercicios estoicos, cínicos etc.…), también continué con la práctica de ofrecer consultas en el marco del IPP.
Desde 2019, Mercedes García Márquez (filósofa práctica, representante del IPP en el mundo hispanohablante, y fundadora del «Taller de prácticas filosóficas» en Madrid) y Ana Sanz Fuentes (filósofa práctica y fundadora de Philo-trivium), dos maestras mías y compañeras del equipo del IPP, me contactaron para ofrecerme la oportunidad de trabajar juntos. Desde entonces, nuestro trío ha estado entrenando a filósofos practicantes, organizando talleres para principiantes y avanzados, y organizando seminarios del IPP en español.
¿Cual es, hoy, mi relación con la práctica filosófica? Diría que es una manera de vivir y un posicionamiento existencial. No es un mero aspecto, sino la estructura de mi ser en construcción.
La filosofía a la que aspiraba al ingresar a la universidad se materializa en esta forma que integra todos los aspectos de la vida y provoca poco a poco una metamorfosis: facilidad en los debates, claridad en las ideas, lucidez en la vida cotidiana, una cierta distancia de las emociones, mayor responsabilidad, fuerza, resiliencia y una intimidad cada vez mayor conmigo mismo.