Escrito por Mercedes García Márquez
Conocí a Oscar Brenifier en el año 2005, haciendo un taller de filosofía en Madrid que me dejó llena de preguntas e inquietudes. Desde entonces he querido volverme a encontrar una y otra vez haciendo ese trabajo: preciso, intenso, seco, ascético, y también con una energía enormemente vital, te toca, te toca de verdad; filosofía hecha carne sí, pero sobre todo purificadora, con respecto a ese relleno que sólo construiría confusión y con respecto a ese vacío que acompaña a la indiferencia.
El pasado 10 de octubre, aterrizo en México D.F. para acompañar a Oscar en su trabajo durante una semana. Mi intención es compaginar la realización de ese trabajo, que ya conozco, con la observación del modo de hacer de personas de otra cultura, con la ventaja de compartir su idioma, ya que soy española.
La primera tanda de talleres se llevan a cabo con los componentes del Equipo Alas y Raíces de Conaculta. El primer taller versó sobre la conceptualización en el arte. Tuvimos que producir, cada uno, una forma con plastilina que representara un concepto elegido previamente por otro compañero; obra sobre la que luego se produjo un trabajo de cuestionamiento. También trabajamos el cuestionamiento con respecto a varias obras pictóricas de autores mexicanos. Fue todo un descubrimiento esta nueva aplicación del trabajo filosófico sobre manifestaciones artísticas, al mismo tiempo que fui descubriendo la excelente disposición de mis nuevos amigos mexicanos para el trabajo de ver lo que se puede decir de objetivo en el arte. Utilizamos conceptos y vimos cómo esto educa la mirada. Y también: nos vimos viendo; en el ver nos reflejamos.
Los siguientes días Oscar nos instruyó sobre el “esqueleto” de un ejercicio de cuestionamiento, dicho guión sirvió para que algunos presentaran su propia coordinación de un taller durante veinte minutos. Presentación que fue sometida a crítica por los participantes ofreciéndole así a cada coordinador un valioso feedback sobre el trabajo realizado.
Oscar continuó haciendo su trabajo en varios lugares de México D.F.: Enla Casade Francia, en el Instituto Francés de América Latina y en el Auditorio de la Biblioteca Vasconcelos. En éste último lugar hizo un interesante ejercicio de clarificación conceptual sobre una obra de teatro con un grupo de niños que acababan de presenciarla. Durante una hora Oscar les hizo trabajar sobre unos extraños términos que se habían escuchado en la representación y que correspondían a un lenguaje inventado por el autor de la obra. Fue realmente divertido ver como se puede trabajar sobre el sentido de las palabras de un lenguaje no-oficial.
Otra serie de trabajos la realizamos en compañía de mi querido amigo David Sumiacher que le organizó a Oscar encuentros de lo más fructífero, con los alumnos del Instituto Salesiano de Estudios Superiores, con profesores de filosofía cercanos a Cecadfin, y en un colegio de Toluca, así como un encuentro con Hugo Pereira con quién pudimos departir sobre la defensa de la enseñanza de la filosofía.
Voy a transcribir algunas de las notas sueltas que tomé en esos días de lo dicho por Oscar:
- Vectorizar es lo contrario de dispersión, y ésta es no pensar porque se da por asociación, sin dirección. Vectorizar es dar respuesta con argumento. El primer trabajo es comprobar su claridad, el segundo consiste en ver si responde a la pregunta, el tercer paso es ver si el argumento lo es o no, el cuarto es evaluarlo con criterios de relevancia, falsedad/verdad, débil/fuerte, y en el quinto paso, ya podemos proceder a comparar los argumentos.”
- Si pido explicación es porque no entiendo lo que he oído, si pido “porqué” es que lo entendí pero quiero que se me den pruebas, fundamentos. Argumentar es para profundizar, no para tener razón.
- Indagar es no saber la respuesta.
- La cultura protestante está más habituada a construir la verdad, para un latino la verdad es en sí misma, y cuando el latino es posmoderno y opta por el relativismo se encuentra con una contradicción que le colapsa.
- Las opiniones y las certezas son lo contrario de la creatividad del pensar.
- En la vida nos mueve el interés, en el trabajo filosófico nos interesa del conflicto el tratamiento que le damos, o sea abordarlo con claridad. Esto se puede considerar como artificial.
- De los juicios de valor nos interesa hacernos conscientes de nuestra axiología y así poder repensarla.
- Se puede no responder por confusión pero también porque no se quiere la verdad.
- El “filósofo-detective” hace salir lo que no se quiere decir. La verdad….solemos ocultarla.
- Un criterio que se aplica a todo no es criterio. Si todo es bueno nada es bueno. Para establecer una identidad debes negar algo.
- Tenemos prisa por llegar a un punto, pero por eso mismo no llegamos.
- El filósofo es un atleta. Su trabajo es un desafío, no porque tenga que ir en contra de lo que quiere hacer, sino porque tiene que estar alerta, estar siempre dispuesto, listo, para el diálogo, si baja esa guardia….se puede deslizar hacia el monólogo. Así que con lo que se confronta es con la posible pérdida de facultades para la confrontación.
Quiero terminar dando las gracias a Miriam, Mónica, Claudia, Edit, Eda y todos los demás de Conaculta, y a David, Jessica y los demás de Cecadfin, por todos los magníficos días pasados con ellos en México.
En México D.F., a 18 de octubre de 2012.