¿Es natural pensar?

Es natural preguntar y preguntarse, hay una necesidad de conocer dónde nos movemos. También es natural, una vez llegado el momento de la responsabilidad, buscar soluciones, decidir. En ambos casos pensar tendría una finalidad, una utilidad y va acompañado de ciertos estados de ánimo, desde la curiosidad hasta la angustia, dependiendo de cuánto nos preocupe lo que buscamos.

Tenemos grandes incentivos  para pensar y por eso nos ponemos a la tarea. Pero a menudo nos  vemos de lleno en la actividad mental con demasiadas cargas existenciales, tenemos demasiada prisa por obtener resultados, hay una urgencia que nos lleva a tomar atajos: tomar soluciones hechas, ideas no examinadas, tratamientos superficiales de los problemas… Arrastramos incomprensión e incapacidad. Acumulamos experiencias de impotencia que nos hacen entrar en bucle. A mayor impotencia la urgencia se impone más, a la vez que crece la desconfianza en las propias fuerzas.

Detener esa deriva, antes de una debacle personal, se hace necesaria. Nuestra naturaleza pensante requiere paciencia, como nos dice este viejo sabio:

– Maestro tengo este problema…

– Detente tres días a examinarlo.

-… ¡es que tengo prisa!

– Entonces detente seis.

Es natural pensar, es menos natural detenerse…

Lo bueno es que pararse a pensar, poder hacerlo con calma y obedeciendo a cierto rigor crítico, aprendiendo de los errores y siendo realista, no sólo constituye un buen instrumento, descubrimos que es toda una manera de ser. Descubrimos que desarrollar nuestro sentido racional es en sí mismo una forma de realización, de bienestar, de bien-ser.

¿Qué es un taller de Práctica Filosófica?

La palabra “taller” nos remite a un trabajo esforzado: hay que ponerse “manos a la obra”, trabajar, esforzarse en cumplir con unas instrucciones, someter el producto de tu trabajo al cuestionamiento de los demás participantes y contemplar la posible necesidad de autocorrección. Suena ortopédico y… lo es. En un taller hay un disparo de salida con unas instrucciones precisas, un desarrollo y un remate final que recoge el fruto del proceso.

El taller es un territorio que tiene sus reglas. Sócrates, con la naturalidad del filósofo maduro y genial, las imponía a sus interlocutores en un “aquí te pillo y aquí te pregunto”, algo que no en vano le costó la acusación de enemigo del pueblo y finalmente acatar la muy civilizada invitación a beberse la cicuta que le impediría de una vez por todas seguir haciendo preguntas, al menos a los que quedaban en este mundo. A los filósofos menos maduros, menos geniales y menos suicidas nos viene muy bien la complicidad de las personas que participan en un taller de práctica filosófica, es decir que conozcan unas mínimas bases y que estén dispuestos de antemano a ejercer una crítica radical sobre el pensamiento que tan a menudo confundimos con nuestra más íntima esencia.

Nuestro taller se acerca un poco al de los herreros. Su trabajo nos ofrece una imagen paradigmática: un obrero que forja instrumentos con otros instrumentos que a su vez han necesitado ser forjados por otros instrumentos. Esta es una idea presente en Spinoza cuando dice que nuestras ideas se forjan con ideas, como una lanza se forja con un martillo y éste a su vez con una piedra.

¿Cuál es la materia que se somete a la forja filosófica? Se podría señalar sin dudar que la principal es el pensamiento, lo que implica que, inevitablemente, trabajamos sobre nosotros mismos. Si en filosofía aprendemos a distanciarnos de nuestras ideas para discriminarlas, sopesarlas, evaluarlas, también aprendemos que al tomar conciencia de eso nos cambia la vida. Es decir, transforma nuestra percepción de nosotros mismos y del mundo. Nuestras ideas y nuestras palabras no son nuestra identidad más profunda pero sí son un como nuestro carnet de identidad, esa carta de presentación de nuestra singularidad. Conocer el perfil y las huellas dactilares que ofrecemos cuando presentamos nuestro pensamiento es una tarea larga y trabajosa que da buenos frutos.

¿Por qué hacer talleres y no otra cosa filosófica? Porque es el modo de crear una estructura clara en dónde pueden descansar las indagaciones. Puede haber toneladas de genio y de ingenio en la vida, en las conversaciones espontáneas de café, de ascensor o subidos a un andamio, pero ninguna de ellas se plantea la función pedagógica de parar a cada dificultad, de cuestionar lo que no se entiende, de subrayar el hecho de estar usando bien o mal una herramienta de pensamiento, de llevar hasta el final una idea, de apoyar la elección en argumentos claros, de hacerse consciente de qué modo las palabras que salen de nuestras bocas llegan al entendimiento de nuestros interlocutores.

Para observar cómo se entreteje este entramado de elementos, como nos estructuran o nos sostienen, “paramos el mundo” en el espacio en el taller.

Los talleres de práctica filosófica tienen también su lugar en la Filosofía para Niños porque la necesidad de crear un pensamiento autónomo y libre nos remonta a los primeros años de nuestra existencia. Allí donde los más románticos dicen que somos más filósofos, porque nuestro asombro no ceja y donde los más prácticos creen que está el momento en el que se empiezan a forjar nuestras herramientas para conocer y comportarnos.

Mercedes García Márquez.

¿Qué actitudes y competencias trabajamos?

ACTITUDES FILOSÓFICAS

Las actitudes filosóficas son disposiciones cognitivas y existenciales que favorecen el aprendizaje, el diálogo y el pensamiento. Desarrollarlas es uno de los principales objetivos de nuestro trabajo.

Calma   Calmar el cuerpo y el pensamiento, apaciguarse, salir de la precipitación y la urgencia, de la necesidad imperiosa de expresarnos. Tomar conciencia del propio funcionamiento y actuar de modo más consciente e intencionado.   Asombro   Reaccionar con sorpresa y curiosidad ante lo inesperado. Valorar la diferencia como una oportunidad para observar diversas perspectivas. Disfrutar de la tensión entre ideas que nos permite cuestionarnos y producir nuevas hipótesis.  
   
  Confianza   Confiar en el otro y en sí mismo sin pensar que hay que defenderlo todo: la propia imagen, las ideas, la persona. Desdramatizar el error, reírnos de lo absurdo y apreciar una idea bella, sea quien sea su autor.     Empatía   Ponernos en el lugar de los demás e interesarnos por ellos, distanciándonos de nosotros mismos, abiertos a examinar y entender lo que nos resulta extraño sin prejuicios y sin necesidad de estar de acuerdo.  
   
  Autenticidad   Atrevernos a pensar y decir lo que pensamos. Hacernos responsables de nuestras ideas, palabras y acciones, aceptando que la duda es parte del proceso. Arriesgarnos a plantear hipótesis y a examinar sus límites y consecuencias.   Ignorancia adquirida   Abandonar nuestras opiniones y certezas, problematizándolas, suspendiendo nuestros juicios para examinar rigurosa y críticamente lo que se nos presenta. Dejar de buscar la «respuesta correcta», única, absoluta y todopoderosa, y trabajar la reflexión en común.  
   
  Confrontación   Confrontarnos con el pensamiento del otro y con el propio sin intentar buscar el acuerdo o el consenso a toda costa, sin minimizar ni glorificar ninguna idea. No respetar las ideas u opiniones en sí mismas, sino la actividad reflexiva. Reconciliarnos con el concepto de crítica, concibiéndola como un juego o ejercicio y no como una amenaza.   Rigor   Escuchar lo que decimos cuando lo decimos, con la disposición de comprometernos con nuestro discurso y ponerlo a prueba, cuestionándolo y examinando sus límites. Superar el temor de equivocarnos, el miedo a parecer tontos y el deseo de tener razón o defender una idea de nuestra «propiedad», para atrevernos a pensar.  

COMPETENCIAS FILOSÓFICAS

Las competencias filosóficas son herramientas que nos permiten pensar con mayor flexibilidad y claridad. Los ejercicios que proponemos han sido cuidadosamente diseñados para ponerlas en juego y tomar conciencia de los problemas de nuestro propio pensamiento.

Interpretación   Dar sentido a una obra, fenómeno o idea, reformulándolo con nuestras propias palabras. Observar una situación o a una persona desde múltiples perspectivas.   Conceptualización   Nombrar un fenómeno o un patrón de comportamiento. Extraer la sustancia de un texto. Estructurar el pensamiento y aclarar nuestro lenguaje distinguiendo lo esencial de lo accidental.  
   
Problematización   Formular preguntas u objeciones que permitan examinar los límites de una idea. Examinar ideas opuestas o alternativas. Cuestionar ejercitando la flexibilidad del pensamiento.   Argumentación   Tomar posición frente a un problema y justificar esa posición con claridad. Proponer diversas hipótesis para explicar desde distintas perspectivas un mismo fenómeno. Profundizar en el pensamiento

MODALIDAD DE TRABAJO

Nuestros talleres se basan en el diálogo socrático y emplean la metodología propuesta por Oscar Brenifier e Isabelle Millon en el Institut de Pratiques Philosophiques (I.P.P.) en el que hemos sido formados. http://www.pratiques-philosophiques.fr/es/bienvenida/

Combinamos la ejercitación individual y el trabajo de indagación colectiva, para promover tanto la autonomía como la colaboración.

Ofrecemos cursos de varios talleres que permiten a los participantes ejercitar una a una las competencias y trabajar actitudes de manera sistemática. Cada curso incluye las siguientes instancias:

  • Ejercicio semanal que los participantes desarrollan autónomamente para practicar individualmente una competencia filosófica. Lo reciben el día posterior al último taller y lo entregan el día anterior al taller siguiente. Entregamos y recibimos estos ejercicios a través de la plataforma Classroom.
  • Taller semanal en que se trabaja colectivamente la competencia abordada durante la semana. Realizamos todas las sesiones a través de Zoom y utilizamos un documento en línea para compartir el trabajo escrito.
  • Grupo de Telegram en el que aclaramos dudas que los participantes puedan tener acerca del uso de las plataformas o sobre las instrucciones de los ejercicios semanales. Utilizamos este grupo también como un espacio en que los participantes puedan compartir reflexiones y preguntas posteriores a los talleres entre sí y con nuestro equipo.

Utilizamos estas tres instancias para entregar retroalimentación grupal o individual a los participantes, dependiendo del tipo de curso y del grupo de que se trate. Además, ofrecemos complementar los talleres con tutorías individuales.

DESTINATARIOS

La práctica filosófica está destinada a personas de cualquier edad que quieran desarrollar su pensamiento, mejorar sus habilidades de diálogo y conocerse a sí mismas. No requiere conocimientos filosóficos previos.

Ofrecemos nuestros cursos en línea a quienes quieran incorporarse a un grupo diverso y también a centros educativos, organizaciones sociales o empresas que quieran implementarlos en el marco institucional.

NUESTRO EQUIPO

Mercedes García Márquez  
Madrid – España   Licenciada en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid.  
Aurélien Vetu
Cali -Colombia   Máster en Filosofía por la Universidad Toulouse Jean-Jaurès.
Yubia Medina    
Chihuahua – México   Licenciada en Antropología Cultural, maestra en Psicoterapia Clínica.
Sara Dorrego    
Galicia – España  Licenciada en Filosofía por la Universidad de Granada, España.
Ricardo Cano  
Tlaxcala – México   Licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Tlaxcala, México.
Nadia Villegas  
Ciudad de México -México   Lic. en Filosofía por la UNAM y en Ciencias Cognitivas por la UAEM.
Violeta Meyer  
Llanquihue- Chile   Licenciada en Educación por la Universidad Austral de Chile. Magíster en Letras.  

Más información y contacto

Sitio Web:  http://tallerdepf.tilda.ws

Correo electrónico: tallerpracticasfilosoficas@gmail.com

GUÍA BREVE PARA EL DIÁLOGO FILOSÓFICO EN CLASE

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El diálogo en clase  es un ejercicio colectivo que consiste en profundizar en común sobre una pregunta dada, proponiendo respuestas en forma de hipótesis, desarrollándolas o modificándolas a través de una serie de preguntas pertinentes, y comparando esas diferentes respuestas con el fin de extraer las consecuencias principales de la confrontación de las distintas hipótesis.

El trabajo que deben desarrollar los alumnos se fundamenta en los siguientes puntos: profundizar sobre una pregunta dada, concebir una serie de ideas, articularlas de forma clara y precisa, plantear preguntas adicionales y responderlas, escuchar al otro, confirmar la presencia de una relación lógica o conceptual entre las ideas, y por último, sintetizar o analizar el resultado global del trabajo.

A continuación señalamos unos elementos procedimentales para propiciar el diálogo.

I – Para promover la escucha.

Levantar la mano para pedir la palabra. Esto hará que el profesor pueda repartir la palabra y no hablen siempre los mismos, para que se pueda escuchar la palabra de los más tímidos y los más lentos. En esta línea hay que buscar dar la palabra a los que no hayan intervenido todavía, para asegurar la participación de todos, en particular a los que más les cuesta.

No tener  la mano levantada mientras alguien habla. Para no tener la mente ocupada en qué se va a decir en lugar de escuchar al compañero. Esto se ha complementar con la invitación frecuente por parte del profesor a levantar la mano una vez el alumno haya terminado de hablar.

Trabajar la claridad y concisión. Ante una respuesta larga y confusa, es pertinente solicitar un trabajo de síntesis y de claridad. Con ello gana el que lo realiza y los demás reciben ideas claras sobre las que poder construir otras.

Solicitar repetir la idea del compañero. El profesor puede contribuir a que lo dicho por el alumno sea entendido por todos los participantes del grupo, mediante  el ejercicio de comprobación de la transmisión de la información, preguntándoles a los demás qué han entendido y, si se hace preciso, proponer al emisor que  clarifique.

Es frecuente que algún alumno reaccione vivamente ante una idea que “no le gusta”, hasta el punto que ni siquiera la escucha. Cuando el profesor detecte esa reacción muy cargada emocionalmente, le podrá pedir al alumno que reformule la idea que quiere criticar. Eso hará que se dé cuenta de si ha sido capaz de escucharla o sólo quiere rechazarla. Se le puede proponer que use esta fórmula “No estoy de acuerdo con José cuando dice “….”, porque….”

La fórmula también se puede utilizar para “Estoy de acuerdo…” para ofrecer una razón diferente que apoye esa idea.

Sólo habla uno a la vez. Mientras alguien esté en el uso de la palabra los demás guardarán silencio, el que interviene se dirigirá a todo el grupo (y no tanto al profesor) ya que  todos los presentes constituyen el espacio de reflexión.

No tener expectativas sobre la respuesta. Estaremos abiertos a cualquier respuesta, de lo contrario  no escucharemos las palabras emitidas sino las que querríamos oír.

 

II – Para promover la diferenciación y creación de ideas

Pedir ideas diferentes. Cuando se vaya teniendo ya una serie de ideas, solicitar que hable aquella persona que pueda aportar una idea nueva.

Señalar las ideas repetidas. El profesor preguntará al grupo si la idea que se acaba de aportar es nueva o ya se ha aportado antes. Comprobar que efectivamente no aporta nada nuevo.

Invitar a que se planteen preguntas entre los alumnos. La pregunta nace del asombro, de la incomprensión, o del espíritu crítico. El profesor no tendría que ser  el único en articular preguntas.

Reorientar el diálogo. La creación de ideas ha de ser también pertinente y enfocada en el tema tratado. Si el diálogo se pierde o divaga, es necesario retomar el foco. Para ello podemos pedir si alguien puede hacer un resumen de las ideas más importantes tratadas hasta ese momento.

Si las intervenciones no están engarzadas, si solo resulta una yuxtaposición de exposiciones, hay que buscar la relación entre ideas, tanto si están en sintonía como si se contradicen.

Cambiar de opinión. Apoyar el cambio de opinión articulando la razón por la que ello ha sucedido, nos permitirá entender que nuestro pensamiento puede ser flexible y seguir a la razón.

 

III – Para promover el pensamiento crítico.

El hábito de dar razones. Ofrecer razones en las respuestas debe ser una constante, es así como sacamos a la luz creencias, ideas, latentes que están operando en nuestro modo de vivir sin ser del todo conscientes.

El hábito de problematizar. Cualquier idea es susceptible de ser cuestionada, es así como vemos la solidez o fragilidad de nuestras ideas.

Diferenciar posicionamiento y argumento. Es útil manejar esta diferencia para poder evaluar una respuesta. La respuesta a una pregunta cerrada tendrá que contener un posicionamiento (Sí o No) pero además tendrá que presentar un argumento que será la razón que apoye ese posicionamiento. En una pregunta abierta, se empieza por responder con una hipótesis (que sirve como posicionamiento) que se verá ilustrada con otras ideas (argumentos) que la apoyen y muestren su validez.

Diferenciar crítica interna de crítica externa

Crítica Interna: en la comprobación de la claridad, la relevancia, la coherencia…dentro de la propia respuesta y también la pertinencia con respecto a la pregunta.

Crítica Externa: consiste en el cuestionamiento de los supuestos que subyacen a la respuesta o en la objeción sobre las ideas desde otra perspectiva, otro sistema de valores u otro paradigma de pensamiento.

Pensar dilemas. La realidad nos plantea a menudo situaciones en las que se superponen o se contradicen valores que nos gustaría respetar. Necesitamos discriminar las razones para poder proceder a una decisión. Ante un dilema se ponen a prueba nuestra capacidad reflexiva y nuestra paciencia para tratar cuestiones problemáticas.

IV – Para promover actitudes favorables al pensamiento.

Perder el miedo al error o a la incapacidad. La pregunta es siempre un reto y así hay que planteárselo, no como algo que ha de tener una respuesta asegurada. Incluso para el profesor, el hecho de no tener la respuesta no es más que un momento en el que el pensamiento se pone en marcha y dará el fruto cuando sea, quizás no inmediatamente.

Interesarse por el compañero y sus ideas. Prestar atención a ideas que resulten novedosas o incluso extrañas, no desecharlas antes de examinarlas. La mejor forma de respeto no es aceptar sin más las ideas de otro sino entrar en diálogo con ellas.

Consciencia sobre las emociones. Hacerse observador de las propias reacciones, de las emociones que nos suscita el hecho de tener que hablar y expresar ideas o tener que escuchar las de los otros. La consciencia, en sí misma, es un regulador de las emociones.

La colaboración. El diálogo no es una pelea de ideas ni un “a ver quién puede más”. El diálogo es una indagación sobre una cuestión. Se puede delegar ciertas funciones en algunos alumnos (de manera rotativa) por ejemplo el “detector de respuestas que no responden” (dicho de manera humorística acerca de aquellas respuestas que se desvían notablemente de lo que se pregunta). O el “detector de objeciones que no objetan” (cuando se quiere contradecir una idea pero lo que se ofrece no funciona como contraposición).

V – Límites prácticos del diálogo

 El consenso. Una vez registrados los desacuerdos y ante la imposibilidad de la unanimidad se puede usar el voto de la mayoría para decidir sobre la conclusión a ofrecer.

La mejor hipótesis. Debemos aceptar la hipótesis que tengamos mientras no tengamos otra mejor, a menos que podamos demostrar que no tiene ningún sentido.

El valor de la palabra. Tomamos la palabra del que expone la idea tal y como la emite. Si ante la reacción de sus compañeros el que habla considera que la puede mejorar, bienvenida será la mejora. La claridad de ideas se traspone a la claridad de la palabra.

VI – Para fomentar la conciencia de lo aprendido

Evaluar el trabajo justo antes de finalizar.

Sintetizar las ideas surgidas.

Sacar conclusiones.

Evaluar lo que ha pasado: si ha habido problemas en la discusión y si se han resuelto.

Hacer una relación de lo que se ha aprendido.

Oscar Brenifier y Mercedes García Márquez, Febrero 2020.

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PARA PROFUNDIZAR EN LOS MODOS DE COORDINAR UN DIÁLOGO DE MANERA QUE SE PROFUNDICE EN LAS IDEAS SURGIDAS EN UN DIÁLOGO CONSULTAR LAS SIGUIENTES OBRAS DE OSCAR BRENIFIER:

“EL DIALOGO EN CLASE”

http://www.pratiques-philosophiques.fr/wp-content/uploads/2015/07/El-dialogo-en-clase-ORIGINAL.pdf

“LA PRÁCTICA DE LA FILOSOFÍA EN LA ESCUELA PRIMARIA”

http://www.pratiques-philosophiques.fr/wp-content/uploads/2018/03/Filosofia-escuela-primera-esp.pdf