Algunas claves para una experiencia filosófica

Artículo escrito por Mercedes García Márquez.

Editado en el nº 14 de la Revista FILOSOFIA HOY, Agosto 2012.

La lectura de este texto no constituye una “experiencia filosófica”, al menos en el modo en que está propuesta desde las Prácticas Filosóficas, en donde se impone la condición de partida de reunir la PRESENCIA viva de un número variable de personas, en el caso de los talleres o diálogos, y de dos personas, en el caso de la consultoría.

Las prácticas filosóficas son la oportunidad y el lugar para convocar el no-tiempo y el no-lugar por excelencia: la conciencia. A ella le damos espacio en medio de nuestras vidas llenas de urgencias y en nuestras ciudades ruidosas.

El primer elemento común a todas las prácticas filosóficas es el de PARAR. La primera urgencia es parar la urgencia, aquietar el ánimo sobreestimulado y a menudo en estado de reactividad; así pues, parar la palabra compulsiva y disponerse a la escucha.

A continuación recogemos otros elementos comunes a las prácticas filosóficas:

  • El estado de APERTURA a una experiencia de cuestionamiento sobre lo que creemos firmemente saber. Se trata de realizar una suspensión de nuestro juicio cotidiano y una aproximación sorprendida a lo que nos parece evidente o damos por supuesto.
  • La puesta en juego comprometida de nuestra SINGULARIDAD, nuestro ser individual y completo, ese ser que nace y muere solo, y que habrá de pensar por sí mismo haciendo uso de su  mayoría de edad, como aconsejaba Kant.
  • La disposición a TRANSITAR el proceso, a hacer un recorrido indagador propio o examen de nuestra experiencia del mundo, muy en particular de nuestra visión, del modo en que interpretamos las cosas, un camino del que no se conoce de antemano la meta y del que, sin remedio, se saldrá transformado, ya que son los mimbres de nuestro propio ser los que entran en juego en él.
  • La asunción de la energía de la PREGUNTA para hacer aflorar las creencias que, a menudo desde instancias no totalmente conscientes, operan generando y sosteniendo nuestro discurso y nuestra conducta.
  • Valorar la manifestación objetiva de nuestro ser, lo que los demás oyen y ven de nosotros, con el fin de producir un conocimiento DESENSIMISMADO. (Nietzsche dirá de nuestro mundo interno que está lleno de “fantasmas y fuegos fatuos”).
  • El exponer nuestra EXPERIENCIA de vida para someterla a observación y a crítica con el fin de que éstas nos den la medida de nuestra parcialidad, de nuestra posible relación interesada o errónea, y así poder llevar a cabo un verdadero aprendizaje. Esto se hace necesario porque, por un lado, se nos acumulan experiencias de vida no examinadas que van dejando su poso mudo en nosotros, y, por otro lado, se nos amontonan en la memoria palabras sin referente vivencial, como cáscaras vacías que usamos en vano.
  • CREAR, producir,  los conceptos adecuados a nuestra experiencia y cotejarlos con la razón común. (Sócrates diría que adoptar ciertos conceptos sin haberlos alumbrado nos deja en la mera opinión.)
  • Observar la COHERENCIA, o su falta, entre lo sentido, lo pensado, lo dicho y la acción.

La exposición de estos elementos no pretende cubrir exhaustivamente la experiencia del filosofar, pues habría que hacer mención a la confianza, la aceptación, la comprensión, la autenticidad  y otras actitudes y experiencias que se van dando en la profundización del camino filosófico.

2 comentarios en “Algunas claves para una experiencia filosófica

  1. Gracias por este compromiso con la verdad que se involucra con el trabajo sobre si mismo; tarea nada ingenua si uno mira hacia dónde apuntan la mayor de las veces las políticas educativas del mundo contemporáneo. Gracias por esta valentía inspiradora.

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